La Payunia, tierra de volcanes. Provincia de Mendoza


Esta travesía nos encontró alojados en el Eco-Hostel de Malargüe, propiedad de Johnny Albino, guía turístico y dueño de Choique Turismo.

Los amigos de esta travesía son:

Claudio y Graciela.

José Luis, Teresa e Ignacio.

Gustavo y Viviana.

Quique, Laura, Nacho y Viky.

Kico, Myriam y Matías.

Gustavo B., Rosana, Alejo y Tomás.

Pablo, Andrea, Lucas y Zarina.

Tony, Sandra, Noelia y Nadia.

Lando, Paula, Camilo y Manuela.

Y Johnny, el guía, en la camioneta de Pablo.

Nuestro objetivo era recorrer unos 300 km de La Payunia, al sur de la provincia de Mendoza, tierra cubierta de escoriales, que alberga unos 800 volcanes entre monogenéticos (una sola erupción) y poligenéticos (más de una erupción) y donde el Payún Matrú se destaca como el más importante, dándole el nombre a la región. El tema de hacerlo con guía, fue debido a la insistencia de Johnny, que nos aseguró que como reserva natural y próxima a ser declarada zona de Patrimonio Mundial de la Humanidad junto a Llancanelo, completando las 450.000 ha. de parque; estaba prohibido recorrerlo solos y si éramos detectados por guardaparques u otros guías en excursión, se nos solicitaría seguirlos pagando in situ la tarifa correspondiente por camioneta.

Así acordamos un precio con él, y a las 8.00 am, con mucho frío, una tenue nevada y muy poca visión, iniciamos el recorrido.

Ni bien empezamos a recorrer la reserva, ya dejada la RN40, notamos la falta de carteles que avisaran de la prohibición de transitarla sin guía, lo que motivaría luego algunos cruces de opiniones. Así apareció, entre la nevizca el volcán Mala Cara, y conforme avanzábamos, el clima se cerraba más.

Esta antena pertenece a un programa de la Nassa para el estudio del espacio profundo. Hay 3 en todo el mundo, la C1, C2 y ésta, la C3.

La fauna autóctona de Guanacos, hoy protegida porque ya estuvo a punto de la extinción.

Siguiendo los caminos pasamos algunas cárcavas importantes, mientras la nieve caía con más fuerza..

La foto grupal junto al cartel que anuncia la Reserva, siempre cuidando de no salir de los caminos, para no dejar nuevas huellas que la nieve y el clima frío harían luego imborrables.

Seguimos adelante por los campos de extracción de petróleo, "el campo de bombas", donde se aprecian desparramadas "bombas giroplásticas", provenientes de una erupción que al ir girando por el aire, mientras se van enfriando, toman esa particular forma esférica.

Después del campo de bombas seguimos avanzando entre 2 coladas y llegamos al final del recorrido donde hicimos una parada para comer junto a un Molle de 500 años..

El Molle..

La fauna del lugar, que acostumbrados a algunas visitas, esperan pacientes por algunas migas que se caigan..

Y el famoso Chinchillón

Cerca de las 14.20 hs. iniciamos el regreso, cabe destacar que los paisajes junto al sol que se decidió a aparecer, eran espectaculares pero el clima de descontento en el grupo por la guiada obligada aún existía. Johnny se había percatado y para cambiar la onda, a la salida del volcán Morado nos iba a proponer algo muy interesante.

En viaje al volcán Morado...

 

Una vista del volcán Santa María..

Ascendiendo al volcán Morado.

Cuando salimos del volcán Morado, Johnny nos propuso bajar por el lecho de un río seco, un recorrido que alguna vez él hizo con su Defender. Para luego salir a buscar unas abandonadas picadas petroleras que terminan en la ruta 183, cerca de La Pasarela en la RN40, lo cual aceptamos de muy buen gusto y cambió completamente el ánimo del grupo. 

Éste es el track del recorrido que hicimos desde que dejamos el camino normal para entrar al río seco.

Ni bien bajamos al lecho, empezamos a sortear grandes cárcavas que animaron al grupo, hay buenos videos que las grafican..

Caía la tarde y la picada que eligió Johnny para salir, estaba bloqueada por piedras que la petrolera puso para que no pasaran los cazadores furtivos. Entonces, él comenzó a caminar delante de la caravana de camionetas, a campo traviesa, buscando la otra picada que nos llevó finalmente a la RP183.

 

Cuando por fin llegamos a La Pasarela, encaramos el regreso a Malargüe por una ruta a esas horas ya congelada, cubierta en partes de hielo negro bastante peligroso y que adicionó una cuota más de adrenalina a esta travesía.

                                      

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