Antofalla a Antofagasta de la Sierra por Salar de Caro. Catamarca.

El día anterior salimos de Mina la Casualidad y volvimos por el salar de Arizaro, Cono de Arita, cruzamos el Protovolcán y bajamos a Antofallita. Después de un breve descanso seguimos para Antofalla, para dormir nuevamente en lo de Julia Reales.

A la mañana siguiente, subimos al mirador de Antofalla y rodeando la vega Los Colorados, encaramos para la Laguna y Salar de Caro.

Después de pasar el abra, cuando empezamos a bajar al salar Laguna de Caro, vimos dos camionetas yendo por una huella hecha a máquina no hacía tanto tiempo y las observamos que tenían dificultades para trepar, en una parte muy blanda del terreno.

Nos acercamos para  prestar ayuda si era necesario y nos comentaron que estaban subiendo materiales para armar una antena de internet cerca de los seis mil metros en el cerro Mojones Bertrand.

El problema de la camioneta que no subía era que estaba muy inflada así que después de seguir nuestro consejo y bajar las cubiertas a menos de la mitad de lo que traían, pudieron seguir avanzando.

Y nosotros nos adelantamos para llegar hasta donde estaba una máquina excavadora esperando que llegara el conductor que debería seguirla trabajando.

Les faltaba el último tramo de unos doscientos metros para cumplir su objetivo

Algunas trepadas más empinadas que otras y algunos pasos al borde de fuertes precipicios, nos dejaron junto a la máquina excavadora que debía de completar el sendero hasta el lugar donde colocarán la antena.

La vista desde los 5620 metros era impresionante.

Desde allí veíamos al sur este,  los volcanes Antofagasta y Alumbrera, el campo de Piedra Pómez, el volcán Carachi, el Cerro Blanco, más al oeste aparecían los custodios de Pampa de los Bayos, los volcanes Vallecitos y Los Colorados. También divisábamos el volcán Antofalla, el salar de Antofalla, el salar de Caro y el salar del Hombre Muerto.

Era un paisaje fantástico, bello, conmovedor y un privilegio la vista que teníamos desde ese punto tan alto snm, dándole vida a los mapas que llevábamos grabados en nuestras cabezas.