Quebrada del Telégrafo, también conocida como "labinladen". San Juan.

Es fines de marzo del 2024. Para nosotros es semana Santa, lo que nos da jueves y viernes de feriado para programar una travesía en San Juan.

El grupo lo conforman en un principio:

Tony, Sandra y Magui (la infaltable caniche 4x4)

Jorge y Elena .

Pablo y Andrea.

Teníamos programado hacer la Quebrada del Telégrafo, también conocida en el mundo del off road como "La BinLaden", unos 40 kilómetros aproximadamente por lecho de río algunas partes y luego atravesando la quebrada y volviendo al lecho del río, para terminar en Estancia Maradona.

Calculamos un día y al siguiente nos encontraríamos con otra camioneta, Kiko, Myriam y Matías, para juntos hacer la salida a Barrial por el Precalingastino, el Pircas y las antenas.

Desconocíamos el terreno ya que hay muy poca información del mismo, pero sabíamos que era complicada. Contábamos con tener que hacer una noche en la quebrada para terminarla al otro día.

Así vamos entrando por el lecho del río, poco a poco hasta la quebrada.

Las dificultades del terreno no tardaron en aparecer, lo que nos obligó a bajar y guiar a cada camioneta por las trepadas de piedras y terreno escarpado que no nos daba tregua ni por cinco minutos.

Las piedras estaban por doquier, a primera impresión, algunos pasos eran imposibles, pero después de razonar las alternativas, íbamos avanzando lentamente pero sin pausa.

Nos aparece un tapón importante de rocas que tendremos que esquivar subiendo a la ladera de la quebrada para bajar más adelante. Tony pasa por un lado, Pablo prueba y pasa por otro y Jorge sigue por donde fue Tony, pero una piedra le rompe la válvula de la rueda trasera.

 

Y como es lógico, en un espacio rodeado de piedras y un pequeño cauce de arroyo que pasa justo ahí.

Después de cambiar la válvula, se trató infructuosamente de volver a talonar la cubierta, así que después de poner la de auxilio y malacate mediante, sacamos la camioneta de esa situación y ya con la oscuridad encima, cocinamos unos churrascos a la parrilla, tomamos algo de vino y  dormimos en las camionetas. Mañana sería otro día para seguir adelante.

Trepamos por La Quebrada de la Mesada y pasamos al otro lado, donde un hermoso valle se abre a nuestros ojos, y con la huella de los puesteros, bien marcada. Nos sumergimos en él.

Transitamos éste valle por la huella existente que coincide con el track violeta de Viajeros4x4, y antes de llegar a la cadena de cerros de enfrente, nos encontramos con otro puesto.

El puestero, cuya casa tiene Direct TV y asombrosamente, todos sus dientes, nos confirma lo dicho por los puesteros anteriores.

No hay manera de llegar a la laguna desde acá, el angostamiento de piedras y el médano arriba lo hace imposible y confirma que un par de motos pasaron bajando hace unos años.

Nosotros le agradecemos gentilmente la información y le confiamos nuestro interés en seguir adelante hasta donde podamos para realizar nuestra propia experiencia.

No fue lo que hubiera querido escuchar, nos dice que estas tierras son propiedad privada, que las huellas las hacen las mineras a cambio de trabajo de los puesteros y que si queríamos acampar más adelante, deberíamos de tener cuidado, ya que hay otras gentes y no son buenas.

Nos despedimos lo más amablemente que la situación lo permitía y seguimos por la huella hasta bajar a un cauce, del arroyo que enfilaba al abra, y armamos campamento en un plano que limpiamos con las palas.

Antes de que oscurezca, llega un puestero en moto, se acerca y conversamos. Este muchacho, andaba buscando unos veinte caballos que se le habían ido para el otro campo, y cuando lo pusimos al corriente de nuestras intenciones, sentenció el mismo resultado que los puesteros anteriores, la angostura de piedras grandes y el médano blando al final, hacían inviable nuestras intenciones.

Nos despedimos con apretón de manos y le deseamos suerte con los caballos, nosotros la necesitaríamos, para seguir adelante.

A la mañana siguiente, nos esperaba lo que creíamos, sería la fase final para llegar a la laguna.

Que inocentes de nuestra parte albergar semejante esperanza.

El terreno hablaría por si solo.

Por la mañana, ya a las 10.30 am, estábamos en marcha, volvimos a la huella, salimos del cauce, seguimos unos 800 metros y se terminó la huella y hubo que volver a bajar al cauce, que parecía ya otro arroyo, mucho más hostil con grietas y piedras grandes por doquier.

Teníamos que empezar a caminar cada tramo, buscando las partes menos hostiles para las camionetas.

Cada avance era con logística, para ver por dónde y como acomodar con piedras o planchas para evitar los golpes.

El grupo se cruza con dos puesteros a caballo, bajaban del puesto a buscar algunos caballos y vacas que andaban pastando más allá, sorprendidos al escuchar de nuestras intenciones, repiten lo mismo que los anteriores. Las piedras grandes en la parte estrecha y lo flojo del médano más arriba. Recuerdan las motos que bajaron hace unos años, pero imposible sentencian, en trepada.

Habíamos recorrido menos de 2 kilómetros y eran las 16.30h, teníamos que acampar pronto, antes que se esconda el sol y decidir si seguíamos luchando otro día o regresábamos. 

Para tener una perspectiva de lo que nos esperaba más adelante, Tony y Pablo salen a caminar unos cientos de metros más, buscando el milagro de que se abra un poco.

Pero se encuentran con piedras más grandes por doquier, y una barrera de coirones antes de la angostura del arroyo, aquella famosa angostura en la que todos los puesteros coincidieron que las grandes piedras cerraban el paso casi hasta para los caballos.

 

El recuadro azul corresponde a la ubicación de la Laguna del Cuerno y el botón rojo, fue hasta donde llegamos.

Convencidos del "hasta aquí llegamos", el grupo se acomoda a un costado, un poco más plano para acampar.

Juntamos unos cuantos coirones secos y tuvimos nuestra fogata de fin de intento.

Por la mañana, el valle nos deleita con un techo de nubes que galardona nuestras fotos.

Levantamos campamento e iniciamos la bajada, que si bien seguía minada de grandes piedras, ya sabíamos por dónde ir y en bajada es más fácil.

Así pudimos desandar lo que nos llevó todo un día en apenas dos horas.

Por fin salimos del lecho del arroyo, y a buen ritmo, ya por la huella de los puesteros, recorremos todo lo hecho un par de días atrás, sin inconvenientes, habiendo disfrutado de extraordinarios paisajes, y luchado cuanto pudimos por franquear una barrera de piedras que no es apta para nuestras camionetas. La conciencia tranquila que relevamos el track y tenemos nuestro veredicto: "solo motos y desde la laguna bajando".

La última parte, antes de llegar a la ruta minera que llega a Guandacol, fue por el arroyo Las Tapias, un hermoso recorrido entre paredones de piedra y agua.